Método Mexicano Infalible para Calibrar tu Termómetro Digital: Precisión al Punto sin Gastar un Peso

¡Ey, tierra mexicana! Acá con nos, en este nación donde la parrillada es religión, y los trompo son arte, no hay algo que duela más que dejar la arrachera como suela de zapato porque el aparato ese te traicionó. En este México no perdonamos esa, hermano. Un buen rib eye jugoso, un guajolote en su mero punto o un filete de salmón perfectamente cocido no se consiguen con mera intuición; se hacen con un termómetro que no traicione, y hoy te te explico a meterle un alto a ese instrumento desafinado desde tu querida cocina mexicana, sin soltar un quinto peso de más y sin liarte la vida útil.

En México cocinamos con el corazón, pero también con ciencia. Y la ciencia establece que ni uno solo termómetro electrónico se mantiene calibrado para eternamente. Con los caídas, con el humo de los tamales, con que se te caiga cuando estás sacando la olla de mole, con el tiempo se pierde precisión. Y ya que acá en nuestro México cocinamos a distintas alturas (partiendo de Cancún a nivel del mar llegando a Toluca a casi 2700 metros sobre el nivel del mar), los trucos que sirven en distintos lugares a veces aquí nos dejan parecer como payasos. Por esa razón esta explicación está hecha adaptada en la cotidianidad de México, para que sirva de maravilla en Tijuana, el sureste, CDMX, GDL o San Cris.

El truco que en la vida se equivoca en nuestro país es el del cubo de hielo. Tan fácil. Es el que emplea tu abuelita aunque no lo sepa, es el que manejan los chefs de Pujol y es el que usted aplicarás ahora. Agarras un vaso enorme (tipo de michelada familiar o de tepache) y lo rebosas al límite con hielo picado. Del que consigues en la tienda de la esquina, del que te quedó del fin de semana o del que fabricas en casa, es lo mismo. Lo crucial es que exista un buen cubos y que se encuentre bien triturado.

Luego le echas agua fría bien fría, de mejor del bidón que apenas sacar del refri, hasta cubra todo el hielo por entero. Lo mezclas con una cuchara grande como si estuvieses haciendo agua fresca en momento de calor y lo dejas estar un minuto. Ese minuto es importantísimo, México. En ese minuto toda la combinación alcanza a 0 grados perfectos, no importa si vives en Regiomontano con horno afuera o en la CDMX con frío de invierno.

Listo, tomas tu termómetro digital, lo prendes, y introduces la varilla por lo mínimo 5 pulgadas casi en el fondo del mezcla, pero atención: que no llegue a ni el hielo ni las paretas del recipiente, porque si roza te saldrá equivocado y terminaremos peleados. Esperas alrededor de 15 segundos a que la display pare de parpadear y se estabilice. Lo que tiene que indicar es 0.0 °C. Si indica 0 o máximo 0.2 de diferencia, felicidades: tu aparato anda más preciso que grupo de mariachi en fecha de la Virgen.

Ahora, si marca un grado y medio, dos completitos o hasta menos uno, no te espantes, eso le ocurre al gran mayoría de los termómetros en todo México pasados unos meses. Simplemente apuntas esa corrección en un papelito y lo adhiere con magneto en el refri o en el teléfono. De ahora en adelante, cada vez que emplees el instrumento le vas a restar o añadir esa ajuste. Supongamos: si te dio 2 °C de extra en el vaso helado, cuando saques la corte y te indique sesenta y tres para medium, en realidad está en 61. Tú ya dominas el secreto bien mexicano.
¡Listo, carnal México! De una vez a meterle con todo a esa parrilla, a ese horno de casa, a esa freidora. Que nunca más te ocurra que la familia suelte “sabe buena la parrillada… pero quedó un tantito hecha de más”. De hoy de aquí en adelante servirás todo al punto, bien jugoso, ideal. Ya que en nuestro México cocinamos con amor, pero también preparamos con precisión. calibracion de termometros

¡A hacer de comer se ha dicho, México querido!
Que exista siempre la arrachera perfecta y el termómetro bien calibrado, ¡carajo.

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